martes, 27 de marzo de 2012

Sobredosis

Paredes amarillas, persianas baratas, verjas del montón y para colmo, un espacio muy mal distribuído. Olor a café por todos lados y una telaraña en una esquina. Sólo me acuerdo de esa mancha que me miraba fijamente a la par de la lámpara alargada del techo, mientras mis manos pequeñas pretendían conocer esos caminos de tu espalda y tus labios ansiosos desenredar el laberinto formado por mis cabellos alrededor de mi cuello. De pronto todo se convirtió en un escenario donde bailaban esas caricias que ahora recuerdo, y los gemidos que nunca volví a escuchar recitaban melodías y palabras que hablaban mi idioma. Evocarte no es tan dificil después de todo, teniendo en cuenta que cada vez que parpadeaba era tu rostro el que miraba, y tu olor estaba en mi naríz aunque solo miraba nubes de humo con mentol. Todo eso ya cambió. Dejé de fijarme en la mancha del techo para detenerme en las que dejas en mi cama. Ahora hay vientos en Abril que parecen de Enero, manos sudadas en la cama, gemidos de sexo viendo noticias, suspiros de cine en nuestros sueños; Siento tus pasos en mis caminos y mis manos en los bolsillos más escondidos de tus pantalones;  Manejo tus letargos y tu centro ahora es mi brújula, tu rumbo depende de las direcciones de mi mapa, ese que tiene un lugar donde solo vos podés dejar tu cansancio, tu sudor, y recordarme por qué y en que momento dejé de ser solo una mente que siente para convertirme en un cuerpo que analiza todo gracias a tu sobredosis.

 
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