Y la abrí. Como buscando un suspiro con voz detrás de ese tu aliento... Tan familiar! Reconocí ese sabor dulcete de tu saliva, y esa manera tan peculiar que tenés de mordisquearme cuando te beso. Recorrí caminos con piedras de formas que sólo los dos entendemos, y sábanas de muchos colores. Recordé el gusto de tus dedos cuando comía de ellos y la forma de tu cuello que se adaptó al cojín de mi sala. Con los ojos cerrados vi ese lunar que sólo puede versete desde el hombro ... Y empecé a escuchar el eco interminable de las cosas de vos que tanto me estorban en las paredes de mi mente. Entonces realicé que no te estaba besando, sino viviéndote, y al hacerlo, dejé de amarte al no extrañarte...
Pero, Profesor…
Hace 4 años